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Cuando pensamos en una cerveza de bodega, normalmente nos imaginamos una cerveza sencilla, elaborada según las condiciones de la ley de pureza bávara y que impresiona por su encanto crudo y franconio. No es así Elsa.
Kellerbier se diferencia del Kellerbier tradicional no sólo por su nombre elegante, casi divertido. Desde una perspectiva puramente visual, Elsa se parece a sus colegas clásicos, pero ahí es donde casi terminan las similitudes. La cerveza de bodega de Flügge se elabora con la histórica malta Chevallier. Esta malta especial proviene de una época en la que la malta todavía era natural y no obtenida artificialmente. Se caracteriza por un menor contenido en almidón: en lugar de proteínas, la variedad de malta contiene mucho sabor. Además de este grano especial, en el hervidor se añaden los aromáticos lúpulos Hallertau. Esta especialidad de cerveza se fermenta con la cepa de levadura noruega Kveik. Esta última es probablemente la mayor diferencia con respecto a la cerveza de bodega convencional y la que tiene un efecto más duradero en el sabor. La levadura Kveik aporta a la cerveza una acidez maravillosamente fresca que recuerda a las manzanas verdes y combina maravillosamente con el aroma habitual de la cerveza de bodega.
Elsa fluye en la copa con un color ámbar naturalmente turbio y está adornada con una densa espuma blanca. Del cremoso esplendor surge un tentador aroma a pan recién horneado, nueces caramelizadas y lúpulo afrutado. El sabor inicial sigue la primera impresión olfativa y revela una cerveza de bodega delicadamente equilibrada con una frescura sorprendente y un ligero toque ácido.
Agua, malta de cebada , lúpulo, levadura.