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Rauchbier y Bamberg van de la mano como patatas y quark, frambuesas y nata, salchichas blancas y mostaza, domingo y cielo azul o cerveza de trigo y Munich. La ciudad catedralicia es conocida en todo el mundo por su maravillosa, fuerte e intensa cerveza ahumada y produce esta especialidad desde hace cientos de años. La malta tostada es responsable del color oscuro, que va del castaño al caoba, y del inconfundible aroma ahumado. Después de la germinación, la veta se hornea sobre madera de haya y así adquiere su excelente sabor. Este proceso solía ser una práctica común porque no había otra forma de secar el grano, pero a medida que avanzaba la tecnología la práctica se fue olvidando cada vez más.
En Bamberg, dos cervecerías todavía producen malta de esta manera, pero recientemente ha aparecido otra forma de producir cerveza ahumada. El jardinero y joven cervecero Kris Emmerling ha causado sensación en el panorama cervecero con una nueva técnica revolucionaria: en lugar de malta ahumada, utiliza lúpulo ahumado para su cerveza ahumada.
Este tipo de procesamiento del lúpulo es completamente nuevo y marcará una gran diferencia cuando se trata de cerveza ahumada. La primera cerveza ahumada con este tipo de lúpulo es la Rauch Hopfen. El recién lanzado clásico de Franconia se lanza en una edición limitada y aporta suaves notas ahumadas, tonos de caramelo y fina fruta a su copa.
Agua de elaboración, malta de cebada , levadura, lúpulo, calabaza.