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Después de Bianca y Katrin viene Lisbeth. La rubia fría impresiona con su compleja paleta de distintos matices de malta y no tiene que esconderse detrás de sus hermanas.
Lisbeth se presenta en la copa con un tono dorado ligeramente turbio y forma una espuma de poros medios y de duración bastante corta. De esta cerveza de color ámbar surgen finos aromas de exóticas flores de naranjo, zumo de naranja recién exprimido, piña y hierbas húmedas. Un toque de pan recién horneado y un toque de miel complementan el popurrí aromático y te ponen de humor desde el primer sorbo. Cuando se bebe, una suave dulzura envuelve el paladar y revela todo el poder de la malta de Lisbeth. Los cereales, la malta y la pesadez especiada de la masa del pan hacen cosquillas en las papilas gustativas. El lúpulo proporciona un soplo de aire fresco al aportar un bouquet floral y naranjas melosas. El final es corto y fresco: ligeramente herbáceo, agradablemente amargo y agradable y seco. Lisbeth tiene un cuerpo medio y una carbonatación suave.
Dado que el dulzor de la malta supera al amargo y fresco lúpulo en un juego de aromas por lo demás equilibrado, recomendamos Lisbeth a todos los que les guste beber cervezas dulces. Lisbeth no es una Pilsner, ¡pero eso es exactamente lo que nos gusta de ella!
Agua, malta de cebada , lúpulo, levadura.