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Bélgica es un país que ofrece a sus residentes y visitantes una amplia variedad de estilos de cerveza diferentes. Aunque existen infinidad de estilos, nuestro país vecino es más conocido por su cerveza fuerte. Muchas cervezas creadas por maestros cerveceros belgas contienen significativamente más que el habitual entre cuatro y seis por ciento. Sin embargo, esta no es la única particularidad de esta bebida: algunas variantes se elaboran con azúcar de roca y otros edulcorantes para favorecer la fermentación de la levadura, otras contienen fruta en grandes cantidades, se mezclan con partes jóvenes, recién elaboradas y viejas, almacenadas o en Almacenado en barricas de roble. Debido a la gran cantidad de métodos de preparación diferentes, existe una gran cantidad de recomendaciones de consumo.
En general, la cerveza belga sabe mejor en vaso que en botella. Una de las razones de esto es, por ejemplo, la materia en suspensión que durante la segunda fermentación se deposita en el fondo de la botella. Al igual que con el trigo, se agita brevemente la botella y se vierte el resto sobre la cerveza restante para que el sabor comprimido se distribuya uniformemente. La copa perfecta, por ejemplo, es la copa Liefmans. Este recipiente bulboso con una capacidad de 0,25 litros se asienta sobre un asa pequeña y de forma interesante, mantiene la temperatura óptima y deja espacio para que se desarrollen los aromas.