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La tradición de elaborar cerveza casera proviene de Franconia y se remonta a principios del siglo XIX. En aquella época existía un acuerdo entre agricultores y cervecerías: los agricultores podían donar parte de su cebada a la cervecería de su confianza y recibir a cambio la cantidad correspondiente de cerveza. Las cervecerías malteaban el grano y convertían la cantidad liberada en cerveza. Cuando el jugo de cebada terminaba de fermentar, los agricultores podían recoger su parte y dejarlo madurar en sus propias bodegas en casa. Se aplicaron impuestos más bajos a la cerveza de los fabricantes caseros, por lo que todas las partes involucradas se beneficiaron.
Hoy en día, la costumbre de elaborar cerveza casera está casi extinta. Algunas cervecerías conmemoran esta hermosa tradición con cerveza casera. Sin embargo, por motivos prácticos, esta cerveza ya está almacenada y embotellada.
En la Alta Franconia Günther-Bräu tiene una cerveza casera que todavía hoy se fabrica según una receta del año 1840. Esta fuerte cerveza dorada tiene un contenido de alcohol del 4,8% en el vaso y huele a grano bañado por el sol. El sabor inicial hormiguea en la lengua con dióxido de carbono chispeante y grano robusto. Un equilibrio magistral entre la malta suave y el lúpulo fresco hace que la cerveza casera sea un placer bebible para todos los días.
Incluso si hoy ya no puedes tener la cafetera casera recién llena en tu propio barril, ¡este ejemplo de Günther sigue siendo muy divertido!
Agua, malta de cebada , lúpulo, levadura.