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El contraste entre fuego y hielo es un fenómeno que ha fascinado a la humanidad durante miles de años. Cuando nos sentamos frente a una chimenea o una fogata, apenas podemos apartar la vista de las llamas danzantes y quedamos literalmente hipnotizados por su cautivadora apariencia. El calor seco nos calienta hasta los huesos, pero aún así podemos sentir el peligro que puede suponer el fuego en cualquier momento. Y el hielo también tiene para nosotros una atracción mágica: en cuanto los charcos, lagos y estanques se congelan, las primeras personas se aventuran a su superficie lisa como un espejo. Nos deslizamos felices sobre las superficies de hielo, rompiendo finas capas con un maravilloso tintineo y no podemos apartar las manos de los magníficos carámbanos.
El Granitbock EIS de Hofstetten es una combinación mágica de frío y calor. La base de la Eisbock es la Granitbock , una cerveza fuerte muy especial. Este popular clásico se elabora en la histórica cervecería del año 1929. Su particularidad reside en las piedras de granito calientes que, tras el proceso de elaboración, se sumergen en la cerveza y caramelizan el azúcar que contiene. A continuación, el buen vino se almacena durante seis meses. Para convertir esta delicia culinaria en un Eisbock, los cerveceros lo someten a un tratamiento en frío. A temperaturas extremadamente bajas, el agua de la cerveza se congela y se desnata. Lo que queda es la rica esencia que sabe a caramelo cremoso, malta tostada, salvia, romero y menta.
Agua, malta de cebada , malta de trigo , lúpulo, levadura.