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Kellerbier es una especialidad de Franconia. Si aún no conoces el subgénero de la cerveza, te recomendamos encarecidamente que lo pruebes. Gracias a su armoniosa combinación de suave malta y suave lúpulo, este fino vino pálido combina perfectamente con una cocina abundante. Nos gusta especialmente con snacks o con salchichas a la plancha con chucrut, mostaza y pan de masa madre del horno de piedra con comino y corteza crujiente.
Un delicioso ejemplar procede, por ejemplo, de la Reckendorfer Schlossbrauerei. Los francones dominan a la perfección este clásico y elaboran una variante que se caracteriza por una pequeña adición de lúpulo. Su cerveza de bodega tiene un agradable contenido de alcohol del 5,0% y brilla en la copa con un hermoso color ámbar dorado naturalmente turbio. Un aroma terroso a grano llena el aire y se mezcla con notas florales de lúpulo y un toque especiado de levadura para crear un popurrí irresistible. El sabor inicial revela un cuerpo de peso medio con una consistencia casi aceitosa y una carbonatación suave. Las suaves notas de grano brindan un dulzor moderado con sabor a caramelo, miel floral y malta ligeramente tostada. El lúpulo actúa como contraparte complementaria, aportando no sólo un amargor delicadamente equilibrado sino también notas herbáceas y un sutil sabor afrutado. El final corona el disfrute de la cerveza con notas duraderas de grano dorado y levadura especiada. Un amargor preciso completa el regusto y da ganas de otra botella.
Agua, malta de cebada , lúpulo, levadura.