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La necesidad agudiza el ingenio, y la cervecería Wacken lo comprobó durante la pandemia. Cuando se impusieron los confinamientos a nivel nacional y la vida pública se paralizó, los grifos se secaron y los refrigeradores se llenaron. Las ventas de cerveza se desplomaron, y la cervecería Wacken tenía litros de cerveza recién elaborada a punto de echarse a perder. Pero en lugar de rendirse, el equipo decidió explorar nuevas vías y transformar el excedente de cerveza en un excelente brandy.
El apoyo llegó del extranjero: la destilería texana Garrison Brothers, conocida por sus whiskies distintivos, proporcionó una barrica que previamente había contenido bourbon. El brandy de cerveza maduró en esta barrica, absorbiendo los intensos aromas de la madera impregnada de licor —vainilla, caramelo y un toque de roble especiado— que se fusionaron a la perfección con las notas de malta de la cerveza.
El destilado, llamado Curfew, se vierte en la copa con un color dorado pálido, como el del membrillo, con cálidos reflejos. Su aroma es complejo: maltoso, dulce, con sutiles notas de caramelo, vainilla y frutos secos tostados. El brandy acaricia el paladar con una textura aterciopelada. Su sabor es equilibrado y robusto, con un final sedoso y persistente.
Crisis y creatividad: Curfew no es un brandy de cerveza cualquiera, sino un monumento a la resiliencia del norte de Alemania y a la amistad internacional.
Wacken