Parece que los verdaderos expertos en cerveza son los monjes, porque la cervecería belga Corsendonk también tiene sus raíces en un monasterio. Situada en la idílica Alt-Turnhout, la cervecería Corsendonk fue durante casi 400 años un punto de contacto para los amantes de la cerveza de toda Bélgica. Afortunadamente, esta tradición cervecera continuó después del cierre del monasterio, porque la cerveza de Corsendonk es un éxito.
Tradición cervecera desde 1398
La producción de cerveza se concibió originalmente como una actividad meditativa para los monjes. La elaboración de cerveza pretendía ofrecerles la oportunidad de realizar ejercicio físico y equilibrar su trabajo intelectual. Sin embargo, la cervecería Corsendonk ganó gran popularidad en Bélgica ya en la Edad Media y la cerveza se vendió muy bien. Los monjes sabían elaborar cervezas excelentes y seguramente habrían seguido haciéndolo hasta el día de hoy si no hubiera sido por el emperador José II. Ordenó el cierre del monasterio y de la cervecería en 1784. Las actividades cerveceras no se reanudaron hasta 1906.
Simple y sencillamente bueno
En la caldera de elaboración de cerveza de Corsendonk sólo entran ingredientes naturales de la más alta calidad. Además de agua clara y fresca, sólo se utiliza malta, lúpulo, levadura y hierbas. Las cervezas que se crean son complejas y están inteligentemente compuestas. Con las etiquetas, como con los ingredientes, nos centramos en lo imprescindible. De diseño sencillo, encajan maravillosamente en la tendencia predominante del minimalismo. Sólo las cervezas de temporada, como la Christmas Ale, destacan un poco por su colorido diseño. Las cervezas se elaboran y embotellan en Bélgica, un hecho y una característica de calidad de la que Corsendonk está muy orgulloso. Para nosotros no importa si se elabora en Bélgica o en la luna, lo principal es que sea buena y listo. ¡Santo!